
BUYTENDIJK
Frederic Jacobus Johannes Buytendijk, su nombre a veces abreviado como F. J. J. Buijtendijk, nace en Breda (Holanda) el 29 de abril de 1887, fue un naturalista, antropólogo, fisiólogo y psicólogo. Fallece en Nimega en 1974.
La I Guerra mundial le sorprende siendo docente en la Universidad de Groninga. Movilizado como médico militar, dirige el departamento de psiquiatría y neurología del Hospital de Ámsterdam, a la vez que trabaja como asistente de la clínica psiquiátrica de la Universidad libre.
Estos años fueron decisivos: Buytendijk, investigador científico-natural, va a convertirse, sobre todo, en un antropólogo de rango intelectual.
En 1919, como profesor de psicología general, se dedica especialmente a los temas limítrofes de la biología y la fisiología. Es la época de sus estudios experimentales sobre el comportamiento animal. De estos trabajos y de su contacto amistoso y académico con Helmut Plessner, Hans Driesch, Max Scheler y Wasman surgen sus primeras e importantes monografías sobre cuestiones de psicología comparada (Psicología de los Animales, 1920; El juego en el hombre y en los animales, 1922, etc.)

Buytendijk desarrolla entonces la Teoría General del juego, en la cual afirma que el juego es una característica propia de la infancia, es decir, el niño juega por que su propia naturaleza le impulsa a jugar.
Esta teoría se opone a la de Karl Gross, quien afirmaba que el juego no es importante en el desarrollo de los impulsos, ya que los mecanismos nerviosos maduran independientemente del ejercicio realizado.
Para Buytendijk hay unos rasgos distintivos propios de la inmadurez de la infancia que hacen posible el juego. Serían:
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La ambigüedad de los movimientos. No se percibe una finalidad definida en los movimientos de los niños.
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La impulsividad. El afán de movimiento hace que pocas veces estén parados, lo que promueve el juego.
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La emotividad o la capacidad de los niños que tienen para distraerse o dejarse llevar por estímulos extrínsecos.
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La rapidez de avergonzarse.
Bajo la influencia de Freud, propone la influencia de tres impulsos que se observan en el juego y expresan el carácter infantil:
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El impulso de libertad como forma de expresar y alcanzar autonomía personal.
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El deseo de fusión con el entorno y de parecerse a los demás
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La tendencia a la repetición que podemos observar cuando el niño quiere jugar una y otra vez a lo mismo.
Es cierto que la naturaleza del niño: inquieta, activa y curiosa, lo impulsa a jugar y experimentar, pero el desarrollo del niño no solo se basa en el juego para el desarrollo de la personalidad y de los sentidos.